sábado, 7 de junio de 2014

Test!

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La bola de Cristal



Dime preciosa gitana ¿me puedes ver en tu bola de cristal?

La gitana de nombre “Lechacmo” corre a un estante de madera con olor a musgo y viejo.

La tela

El estante está cubierto con una tela vieja deteriorada. Parecía que en otro tiempo había sido una cobija, manchada por los años; manchas que ennegrecían el ya distante color original de aquel pedazo de algodón y que eclipsaban la atención enfocándolas a ellas mismas; estas podrían ser la sangre de la primera regla de Lechacmo, o sangre derramada de sus tiempos como partera del pueblo; sudor y fluidos de viejas pasiones vertidas en sus tiempos como la más cotizada y preciada prostituta de la ciudad. No fue hasta que la mafia española controlo el negocio del sexo servicio en la ciudad que Lechacmo  tuvo que retirarse de esa la que llaman la profesión más antigua de la humanidad. La tela misma, embrujada por el tiempo, un objeto consagrado gracias al apego que Lechacmo puso en el mismo.

La poción

El polvo revolotea al momento que Lechacmo muestra el contenido del estante. Alcanzo a ver muchos frascos de diferentes texturas, colores y tamaños. Desde frascos con dedos humanoides, contenido gelatinoso con colores brillantes, hasta animales disecados, como serpientes, conejos y extremidades de cabras.

Con una destreza no típica de una vieja de su edad, Lechacmo busca frenéticamente en su estante la pócima, y segundos después la encuentra haciendo un gesto de aprobación a si misma. Se acerca de nuevo a la mesa. Sus pasos rechinan en el piso de madera que se encuentra desgastado por los años, haciendo creer que lo que rechina son los huesos de sus tobillos. Cuidadosamente toma asiento, haciendo tambalear la maltrecha silla de igualmente madera que pareciera haber sido arreglada provisionalmente con clavos y cintas en numerosas ocasiones. Lechacmo se mese en la silla de placer. ¿Estas listo para ver tu futuro?

Los tentáculos

Parte de mi atención se distrae un momento por lo que parece ser un movimiento detrás de Lechacmo. Pareciera que eran tentáculos gigantes de pulpo. El hogar (si se le puede llamar así al lugar donde atiende), está ubicado cerca de la costa, precisamente en la zona industrial donde la pesca es la actividad predominante. Cientos de almacenes gigantes que guardan pescado hacen que el ambiente del lugar tenga un olor entre salado y al punto de podrido. Quizá eso le hizo a mi mente jugarme la broma con dicha alucinación.

La Leyenda

Cuenta la leyenda que en tiempos de la gran guerra, Lechacmo, así como muchos otros niños de aquella época, fueron asesinados gracias a la masacre a manos de los primeros soldados enemigos que desembarcaron en la costa. Los cuerpos de los niños vivos y muertos fueron arrojados al mar al tiempo que la ciudad se convertía en el primer y más importante asentamiento militar del enemigo. Los pueblerinos fueron obligados a proveer de víveres a los soldados, así como a satisfacer desde sus necesidades más básicas hasta más banales. Los pueblerinos fueron obligados a en el mejor de los casos, echar el cuerpo de sus hijos,  niños pertenecientes a la “generación perdida”, al mar para no estorbar a los soldados. En el peor de los casos, eran obligados a quemar sus cuerpos, que servían de combustible para las grandes maquinarias de guerra.

Cuenta la leyenda que Lechacmo fue la única sobreviviente de la generación perdida. Aparentemente resucitada por el dios de los mares que enamorado de su ternura e inocencia, le concedió los poderes necesarios para hacer su voluntad.

No fue gracias a una estrategia militar que se ganó esa guerra, sino fue gracias a una incidencia que se expulsó al ejército enemigo de la nación. Grandes olas azotaban al asentamiento, males provenientes de las profundidades del mar enfermaban a los soldados hasta matarlos. Después de la masacre y del pacto de Lechacmo, ningún otro relativo murió. A pesar de las adversidades, solo la sangre extranjera se extinguió de las calles de la ciudad.

Después de esa trágico suceso, la economía enferma del país se reestableció gracias a la piratería que ejercían a en las cercanías. El mar siempre protegió a lo que los extranjeros denominaban ladrones, mientra que en la ciudad los reconocían como héroes. El centro de la ciudad actualmente se encuentra adornado por estatuas de mármol que personifican a los grandes piratas que salvaron a la ciudad del colapso en aquellas grandes épocas de decadencia.

La Historia

Lechacmo fue encontrada huérfana en las ruinas de la ciudad. Se registró como la única infante viva con una edad de 2 años, calculados por los burócratas. Fue enviada a un convento en la capital de la ciudad, donde fue educada y explotada por las monjas, ya que era la única niña cuya colegiatura no fue pagada en su totalidad, gracias igualmente a la impotencia económica del gobierno que prometió dicho trato.

A la edad de 12 años, fue encontrada por su supuesto tío que inmediatamente la sacó de ese convento y la llevó de regreso a la ciudad, de regreso a su preciado mar.

Allí vivió por dos años como asistente de su tío, que ejercía la profesión de contador. Sin embargo fue en esas épocas cuando unos bandidos, pertenecientes a la última generación de piratas, asesinaron a su tío, y se llevaron a Lechacmo, a pesar de los augurios, con ellos en su embarcación. Dos años después Lechacmo, (con la edad de dieciséis años), regresa caminando sobre las olas en la playa completamente desnuda, vestida únicamente con un valioso collar de perlas azules y aparentemente en cinta.

Los pueblerinos temerosos pero agradecidos, la recibieron en la sociedad, dejándola vivir en lo que anteriormente era el despacho de su tío, (y que actualmente es su hogar). Se dice que Lechacmo encontró el lugar completamente saqueado, logrando recuperar solamente las pertenencias que traía del convento en el que estuvo (incluida una cobija gris). Durante ese tiempo, mientras esperaba dar a luz, vivía cómodamente con la herencia de su tío y el favor del pueblo. El pueblo no veía muy bien a la chica, pero era benévolo más bien por lo que se contaba de ella.

El Hijo Bastardo

No pasó mucho tiempo cuando Lechacmo dio a luz. Nadie le ayudo en el parto, y Lechacmo paso a una situación de ocultamiento después de eso.

Iba a los mercados completamente tapada con un manto negro para que nadie la reconociera. A veces en las noches, se le veía caminando en los callejones húmedos de la ciudad con su hijo envuelto en un reboso, mientras supuestamente iba a las playas a reposar en la arena toda la noche. Se decían muchas cosas de su hijo; que había nacido con deformidades, que no podía pasar mucho tiempo sin respirar fuera del mar, pero realmente nadie había visto nada, por lo que no se pueden asegurar muchas cosas.

El Circo

Ese año, una peregrinación de gitanos y paganos llegó a la ciudad con una serie de festejos y demás cosas exóticas (tradición que se repetiría cada año, hasta lastimadamente comercializarse). Fue así que comenzaron los viajes de Lechacmo hacia el Oriente, fue así que se convirtió en leyenda, y que lo poco que se puede contar de ella se distorsiona gracias a los mitos y el lenguaje hablado que se pasa de generación en generación. Se dice que el año siguiente, llegó con una serie de curaciones y medicinas para su pueblo, pero de su hijo no se supo más.

Eisenheim68